19/09/2024

Milei y Caputo cantan una que sepamos todos



El helado Pacto de Mayo que se firmó en julio, en la Tucumán cuyo gobernador saltó del peronismo al mileísmo con una desvergüenza que siempre debe dar lugar al asombro, tiene una marcada semejanza con lo ocurrido tras la sanción de la ley Bases.

Aprobada esta última, se habló de una notable victoria del oficialismo. Algo de eso hubo, en términos nominales. Javier Milei sigue pareciendo el Presidente fuerte de un gobierno débil que carece de cuadros políticos, de gobernadores, de intendentes y de cuanta representación se quiera. Basta observar que una de sus nuevas voceras económicas, por resolución del propio Milei, es la especialista Lilia Lemoine.

Se dijo que, por fin, el Gobierno había logrado que le sancionaran una ley, como si durante todo lo que va de su mandato hubiera enviado alguna otra de diferente tenor.

Pero, al día siguiente, algo husmearon por la negativa los ínclitos Caputo Toto y Santiago Bausili, quienes salieron a improvisación pura para anunciar nada de nada. O peor: determinaron como clave que el Banco Central y el Tesoro ya no son dos bolsillos del mismo pantalón, en un auténtico milagro de lo que no se sabe cómo llamar. ¿Física económica? ¿La cuadratura del círculo? Y claro, dijeron que los actores financieros deben confiar en la solidez fiscal, monetaria y cambiaria de las Fuerzas del Cielo.

Resultó que tales intérpretes no entendieron eso, se disparó el dólar, “el campo” continuó amarrocando la liquidación de sus granos, cayeron los bonos y las acciones. Y tampoco nadie comprende de cuál programa concreto sacará el Gobierno, a mediano plazo y aun al corto, los dólares que necesita para hacer funcionar la economía y, encima, afrontar los compromisos externos.

De ahí en más, Toto ya desmintió unas cinco veces que no habrá devaluación. Cuando un ministro de Economía incurre en ese despropósito, no hay antecedentes de que tarde o temprano no suceda, en forma ineludible, aquello que desmiente.

Téngase en cuenta, como si fuera poco, que Caputo refuta el pronóstico devaluatorio a través de las amabilísimas charlas con los propagandistas gubernamentales. Ni ellos pueden eludir preguntarle por el tema.

Con el Pacto de Mayo, la cáscara fue exactamente análoga.

Que el gobierno débil, pero el Presidente fuerte, consiguió juntar a la mayoría de los gobernadores.

Que Milei demostró su capacidad de guapo del barrio, rindiéndolos a espacio abierto con un frío cruel peor que el odio. Mientras, escuchaban un discurso del que es improbable que haya precedentes en materia de no poder completar alguna oración sin furcios ni balbuceos. Y sin poder levantar la vista del escrito que ni apenas ensayó.

Que Caputo Santiago, diseñador de la escenografía, le cobró a Macri que lo hayan ninguneado en su momento. Y que por eso lo sentaron en la Siberia del acto, ignorándole cámaras, tras hacerlo volver de una de sus eternas vacaciones europeas.

Que los hicieron ir de negro para que La Hermana, quien no sabe qué pito tocaba ahí, fuera de rojo. Que desentonó el poncho del gobernador de Salta, que se durmió.

Que al otro día levantaron puntos con el desfile militar porque tocaron fibras nacionalistas, bien que subidos a un tanque, Milei y la vice, en una actitud kitsch que alcanzó foto de portada en el Wall Street Journal.

Debajo de esa otra cáscara, se desmoronan las variables económicas de la vida realmente existente para el grueso de la población y para los jugadores clave. Las renuncias y despidos de funcionarios, a niveles de récord mundial, ratifican estar y sufrir frente a un Gobierno que jamás pensó ni se preparó a fines de ser tal.

El duelo entre Caputo Toto y Federico Sturzenegger es irreversible, pese a sus sobreactuaciones de cercanía. Como ya se señaló aquí, el nuevo Ministro de Destrucción del Estado es una de las últimas cartas para avisarle al juez supremo, el FMI, que en algún momento habrá de cumplirse una suerte de neo-convertibilidad en condiciones de liberar al “cepo”.

Toto ya no tiene mayor margen de acción. Milei confía o actúa que su excentricidad pro-mercado traerá beneficios, porque las patronales financieras no podrían no darse cuenta de que están frente al profeta imprescindible. Y como herramienta para continuar ofrece una ley extravagante, denominada “Hojarascas” (???), cuya única razón de ser consiste en desregulaciones que sólo regulan los negociados de sus amigos.

Este sábado, desde Estados Unidos, agregaron un manotón de ahogado mucho más fácil de entender que sus enroscadas explicaciones.

Simplemente, todos los dólares que se liquiden en el Central los revenderán en el mercado paralelo para neutralizar los pesos circulantes.

Ya instrumentado en 2018, intervendrán, para evitar la devaluación inevitable, liquidando alegremente las reservas. Entonces subirá el riesgo país, crecerán las expectativas devaluatorias e inflacionarias y a otra cosa.

Sólo les quedará la hipótesis de un nuevo endeudamiento. Y como señala Claudio Scaletta, es la conjetura “triunfo de Trump”. Pero, incluso en dicho caso, esos nuevos “fondos geopolíticos” recién podrían llegar en el segundo trimestre del año que viene. Esto es, Argentina Año Verde.

Además, ¿a alguien se le ocurre, seriamente, que en medio de la situación en Estados Unidos tienen la cabeza ocupada en el panorama argentino?

Esos amigos son los mismos que están trompeando a Milei, quien acusó de golpista al Banco Macro mientras Toto, que desmintió a Milei, es desmentido por el Fondo respecto de haberse iniciado conversaciones para conseguir los dólares que no encuentran por ninguna parte.

Esta semana se conocieron los datos de casi 40 gremios agrupados en la Confederación de Sindicatos Industriales. Participaron, con sus equipos técnicos, las provincias de Buenos Aires, Santiago del Estero, La Pampa, La Rioja y Tierra del Fuego. Es decir: un relevamiento que abarcó diferentes geografías y sistemas productivos. El primero se cerró el 23 de mayo y este segundo el 6 de julio (ver el preciso compilado de la colega Mara Pedrazzoli, en Página/12 del viernes). Participó además el Centro de Economía Política Argentina.

Vamos a destacar en números redondos los ítems más significativos.

  • La cantidad de trabajadores comprendidos asciende a cerca de un 1.100.000, con algo más de la mitad sindicalizados en su colaboración con más de 61 mil empresas.

  • Son 18 sectores de actividad, que concentran en primer término rubros de construcción, metalmecánica y textil. Después, industrias de madera, plásticos, vidrio, petróleo y gas, la mayoría ligada al mercado interno.

  • Desde diciembre, hubo despidos en casi el 80 por ciento de las empresas.

  • En el mismo período, los trabajadores sufrieron suspensiones o licenciamientos en el 60 por ciento de las firmas, sumado a ofrecimiento de retiros voluntarios, jubilaciones anticipadas, recorte de horas extras y adelanto de vacaciones.

  • Las ventas cayeron en el 65 por ciento de las empresas consultadas.

  • Casi el 40 por ciento de los entrevistados sostiene que se usan 6 de cada 10 máquinas, o menos.

  • Se redujeron turnos de producción en el 75 por ciento de los casos relevados.

  • Sólo el 56 por ciento de las empresas pudo abonar a sus trabajadores en las fechas de cobro establecidas.

A estas cifras, entre tantísimas otras de las más diversas fuentes, pueden agregarse las oficiales del Indicador Sintético de Servicios Públicos (ISSP), que elabora el Indec.

Hay una fuerte caída en el transporte de cargas, seguido del consumo de electricidad, gas y agua y, por último, también del transporte de pasajeros.

Se cuela asimismo el cierre de más de 330 mil cuentas sueldo en lo que va de la gestión de Milei. Nobleza obliga, este dato ya lo había anticipado el conocido comunista Alfonso Prat-Gay.

El modelo exhibe su insustentabilidad cuando apenas recorrió medio año de mandato.

Sólo se sostiene en alrededor de una mitad de los argentinos que, cuando observa la inopia de lo que hay enfrente, persistiría en creer -según absolutamente todas las encuestas de uno y otro lado- que no hay más salida o sacrificio que éste.

Cristina Fernández viene reiterando que sin un acuerdo multisectorial que supere a la cultura bimonetaria, y que afronte sin tabúes asuntos como la reforma laboral (entre otros, pero nada menos), será imposible prevalecer sobre la inclaudicable restricción externa. La falta de dólares. La ausencia de un modelo/plan de largo aliento.

Pero el problema es que los antecedentes del último Gobierno, del que CFK también debe hacerse responsable mientras tampoco conserva la voz de mando de otrora, impide escuchar la lucidez de su diagnóstico.

Como quiera que fuere, las fuerzas democráticas de raigambre popular –kirchnerismo, progresismo en general, peronismo sin fachos de influencia mediática, alguna parte que quede de los radicales, inclusive sectores de derecha relativamente lúcidos hoy desencantados, cuadros técnicos apuntados a reactivar el mercado interno- deben apurarse a sustentar alguna propuesta alternativa y pasar al frente de la agenda.

¿Cuánto más se puede seguir estrictamente a la defensiva?



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