No hay espacio en el que no se manifieste la interna entre los hermanos Milei y Victoria Villarruel. La Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia (CBI) es el nuevo ring en el que se dirime la pelea entre las cabezas de La Libertad Avanza (LLA), que tienen distintos candidatos para presidir el órgano de control de la nueva-vieja Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE).
El gobierno de Javier Milei está por cumplir ocho meses. En ese plazo, pasó de todo. Ya salió eyectado el primer jefe de los servicios de inteligencia de su administración, Silvestre Sívori. Ya hizo una megareforma del sistema de inteligencia por decreto y, de esa forma, pavimentó el retorno de la SIDE. Sin embargo, en todo este tiempo no se conformó la CBI.
La primera lectura que circulaba por el Congreso es que el gobierno no quería el control parlamentario sobre lo que pasaba en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Pero rápidamente esa versión perdió fuerza y apareció otra: Karina Milei le decía a su aliado Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, que dilatara la constitución de la comisión para que ésta no quedara en manos de un senador alineado con Villarruel.
La tensión entre ambas es evidente. El último episodio de esa pelea se centró en un posteo de la vicepresidenta en el que “bancaba” al mediocampista Enzo Fernández –después de que él mismo pidiera disculpas por unos cánticos racistas– y arremetía contra Francia, días antes de que el Presidente partiera hacia allá para participar de la inauguración de los Juegos Olímpicos y reunirse con Emmanuel Macron. La secretaria general de la Presidencia no dudó en desautorizar a Villarruel y fue a pedir disculpas a la embajada gala.
Villarruel pretendía manejar áreas sensibles como la seguridad, la defensa y la inteligencia, pero Milei terminó corriéndola de la mesa de decisiones. Para la Bicameral, la vice tiene un candidato: el senador misionero Martín Goerling Lara (PRO). Goerling responde a Humberto Schiavone, tiene vínculo con Patricia Bullrich, pero se mostró totalmente alineado a Villarruel. De hecho, la secundó en un encuentro con Heritage, el think tank conservador, que, según el New York Times, nutrió de cuadros técnicos al gobierno de Donald Trump.
Esa sintonía de Goerling Lara con Villarruel no cae bien en la Casa Rosada. Allí, corre con ventaja otro senador: Edgardo Kueider, un peronista disidente que tendría el visto bueno de colaboradores muy cercanos de Milei. Según cuentan en el Congreso, Kueider le hizo saber a éstos que él tiene llegada al resto de los integrantes de la CBI.
Durante el gobierno del Frente de Todos, la CBI estuvo presidida por el diputado Leopoldo Moreau –que sigue ejerciendo el cargo ante la acefalía. Moreau se quedará al igual que Rodolfo Tailhade y Blanca Osuna. Los libertarios tendrán a dos representantes: los diputados Gabriel Bornoroni y César Treffinger. El PRO tiene a Cristian Ritondo, además de Goerling Lara. De la Unión Cívica Radical (UCR) están Mariela Coletta y Mariana Juri –aunque las versiones indican que había intención de que Martín Lousteau reemplace a Juri en la comisión. También está designada la senadora Edith Terenzi, que responde al gobernador de Chubut Ignacio Torres. De Unión por la Patria (UxP) habrá tres senadores: Oscar Parrilli, Eduardo “Wado” de Pedro y Florencia López.
El gobierno no mostraba mayor interés en conformar la CBI, aunque hubo un impulso después del desfile del 9 de julio. Las versiones indican que la persona detrás de ese súbito interés fue Bullrich.
Cambio de opinión
Lo que sucede es que la ministra de Seguridad se enteró de que Moreau tomó las denuncias de tres personas que fueron detenidas en la represión del 12 de junio pasado, mientras el Senado debatía la ley Bases. Los tres denunciaron que en las cárceles del Servicio Penitenciario Federal (SPF), que dependen de Bullrich, fueron interrogados sobre su filiación político-ideológica.
Moreau no solo tomó las declaraciones y pidió información a la justicia federal de Lomas de Zamora y Morón, sino que en las últimas horas firmó la admisibilidad de las denuncias. Esto implica que la CBI está en condiciones de abrir una investigación sobre Bullrich y el rol del SPF. La ministra y el Servicio Penitenciario Federal ya están bajo el foco de atención después del escándalo de la visita de seis diputados libertarios a Alfredo Astiz y otros genocidas que están presos en la Unidad 31 de Ezeiza. La semana pasada, la justicia federal le pidió información sobre el ingreso de los legisladores del 11 de julio. Pero Bullrich mostró los dientes y no respondió.
Cuando se abre una investigación en la CBI, se designa una subcomisión para que lleve adelante la pesquisa. Esto sucedió con distintos episodios vinculados al espionaje durante el gobierno de Cambiemos: hubo subcomisiones que se centraron en los Súper Mario Bros (los policías porteños que pasaron a la AFI para hacer espionaje político), otra se enfocó en la vigilancia a las familias del ARA San Juan y hubo un grupo que indagó en la llamada “Gestapo” antisindical.
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