13/10/2024

Visita a genocidas: Sabían quiénes eran, no sabían y todo lo contrario | Las diputadas libertarias siguen justificando su encuentro con los represores en Ezeiza



En La Libertad Avanza están todos desesperados por desentenderse de la excursión al penal de Ezeiza para visitar a genocidas condenados, especialmente los diputados que participaron de la comitiva. Primero fue Rocío Bonacci, que se indignó porque Beltrán Benedit, el organizador del tour fotográfico con Alfredo Astiz, la había “engañado” sobre el propósito del viaje. Ahora llegó el turno de Lourdes Arrieta, una diputada libertaria mendocina que, valiéndose de la excusa de que había nacido en 1993, aseguró que no tenía idea de quién era Astiz, que “no le conocía la cara” y que había tenido que “guglearlo” a la salida del penal para entender quién era. “Los repudio completamente”, llegó a decir la diputada que, hace solo unos días, se enorgullecía en el grupo de WhatsApp interno de LLA de haber visitado el penal para “saber la verdad de primera mano”.

Dos versiones distintas de la misma escena según Lourdes Arrieta. En la versión pública, Arrieta se flagela por haber visitado la unidad 31 del penal de Ezeiza, en donde están encerrados los represores condenados por delitos de lesa humanidad, y jura y perjura que no sabe quiénes eran esos presos de 80 años con los que habían estado conversando. En la versión privada, en cambio, Arrieta defiende a Beltrán Benedit poco después de que se desate el escándalo y dice: “Señores, tengo 31 años y quiero conocer la verdad de primera mano, que no me la cuenten como nos lo contaron durante 20 años fácil. Memoria, Verdad y Justicia; no Venganza”. 

Arrieta envió este mensaje, al que accedió en exclusiva Página/12, al grupo de WhatsApp que comparten los diputados oficialistas el 16 de julio, unas horas después de que explotara la noticia de que una comitiva oficial de LLA había viajado, en un auto del Congreso, al penal de Ezeiza a entrevistarse con Alfredo Astiz y otros represores condenados, como Adolfo Donda (exoficial de la Armada y apropiador de Victoria Donda), Antonio Pernías (integrante del grupo de tareas que funcionaba en la ESMA), Raúl Guglielminetti (exagente de inteligencia del Batallón 601). Habían viajado también los diputados Rocío Bonacci –que fue la primera en diferenciarse públicamente–, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra y María Fernanda Araujo. El encargado de organizar la visita y pedir el auto había sido Beltrán Benedit, que minutos antes del mensaje de Arrieta se había jactado: “Si hoy todos nosotros estamos estamos libres y en paz es porque hace 50 años nuestras Fuerzas Armadas, las mismas que vimos desfilar y aplaudimos el 9 de julio, se jugaron el cuero y la vida contra el terrorismo”.

El mensaje de Arrieta hubiera pasado desapercibido sino fuera porque, a la semana, tanto la mendocina como Bonacci empezarían a apuntar los cañones contra Martín Menem. Primero en privado y después en público, las dos diputadas denunciarían que Benedit las había “engañado” sobre la razón de la visita y que solo habían participado porque había tenido el “okey” del presidente de la Cámara de Diputados. 

Bonacci sería la primera en hablar. La diputada santafesina es la hija de José Bonacci –el apoderado de Unite, un sello de goma que ha prestado a distintos candidatos (y ahora a Milei), y un histórico dirigente que se ha codeado con carapintadas como Aldo Rico y nazis como Alejandro Biondini– y viene arrastrando malestar con la cúpula libertaria hace semanas. Es una de las “víctimas” de los armados de amigos de Karina Milei en las provincias: la hermana presidencial dejó el armado provincial en manos de Karina Diez y ha desplazado a Bonacci de los actos (así como del reparto de lugares en algunos organismos). La visita a Ezeiza fue la gota que rebalsó el vaso y Bonacci salió a blanquear lo que había ocurrido en la visita, advirtiendo que todos los diputados –menos ella– se habían sacado una foto con los genocidas y que el traslado había contado con el aval del presidente de la Cámara de Diputados.

“Yo recibí una invitación por parte de un colega y de hecho confié, que creo que ese fue mi mayor error. Primero porque era una vista con un buen objetivo de fondo. Y segundo, porque aparentemente tenía el okey de Martín Menem y de Casa Rosada”, declaró el sábado pasado en diálogo con un medio local (Jaque Mate). La estocada contra Menem había generado una ola de ira al interior de la bancada oficialista. “Está en la cuerda floja, ¿cómo sale a decir eso?”, mascullaban dirigentes libertarios en la previa de la reunión de bloque que se llevó a cabo el martes. Ni Bonacci ni Arrieta, ya aisladas, participarían del encuentro.

“Los tuve que guglear”

Al día siguiente de la reunión de bloque, Arrieta apostó a salvar el pellejo y distanciarse del escándalo. “Estuve y hablé con Astiz. Yo no viví en esa época, nací en 1993 y no tengo ni idea de quiénes eran los personajes de esa época, la verdad es que vi internos de 80 años y yo no sabía los nombres ni las caras”, aseguró la diputada que se hizo conocida por ir a las comisiones con un patito amarillo en la cabeza. 

Arrieta, que dos semanas antes había utilizado el argumento de la edad para explicar que quería “conocer la verdad de primera mano”, ahora argumentaba que como había nacido en el 93 no tenía manera de saber quiénes eran los genocidas con los que estaba conversando. “Los tuve que guglear a la salida del penal para saber quiénes eran”, deslizó. La diputada mendocina se sumó, así, al pretexto del “engaño” de Bonacci y se quejó de que su propio bloque la había “estafado” porque le habían comunicado que era “una visita humanitaria para conocer las condiciones edilicias y sanitarias de los internos”. 

“Teníamos momentos de mucha angustia. Yo no entendía nada hasta que me decidí a hablar y a ponerme a disposición para que se me evalúe, por eso voy a votar para que se conforme la comisión evaluadora de Unión por la Patria”, llegó a decir, desinteresadamente. 

La diputada mendocina, sin embargo, integra la comisión de Defensa y estuvo reunida con Luis Petri el día antes de que el ministro organizara una visita a la Unidad 34 de Campo de Mayo (en donde, como cuenta Luciana Bertoia, los enviados de Petri se llevaron un boceto del decreto para declarar que todos sus crímenes ya no se pueden perseguir por el paso del tiempo). Pero no solo eso: Lourdes Arrieta es hija del militar Tomas Arrieta que el Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas de La Plata denunció que había sido investigado por violaciones a los derechos humanos. “Vengo de una familia de suboficiales, de quienes tienen que cumplir órdenes. ¿Cómo voy a defender a estos tipos cuando los mismos generales mandaron a matar 649 héroes?”, se preguntaba, haciendo caso omiso a las acusaciones que pesan sobre los hombros de su padre, ayer en diálogo con el canal LVDiez.

La ira interna, estrategia oficial

“Es mentira, todo mentira”, mascullaban en las filas de LLA, en donde la visita al penal de Ezeiza todavía hace estragos. La mayoría de los dirigentes está más enojado con Bonacci y Arrieta por haber salido a hablar que con Beltrán, que organizó el viaje “pero al menos no abrió la boca”. Si bien varios manifestaban sentirse indignados por la excursión a Ezeiza, cuando fue el momento de reencontrarse en la reunión de bloque – que se extendió hasta tarde a la noche – ninguno dijo ni pío. Solo Montenegro dio explicaciones: “Fue una visita a un penal”, declaró, escueto, y nadie hizo ningún comentario. 

Menem está abocado a mitigar el daño, pero cada nueva aparición de alguno de sus diputados le complica la estrategia. Estrategia que, hasta ahora, ya ha cambiado tres veces. Primero, lo negó. Después, cuando ya no se podía ocultar, alegó que era un viaje “personal” y que no tenía nada que ver con el gobierno nacional. Y, ahora, la bajada de línea –que Menem la transmitió a través del jefe de bloque, Gabriel Bornoroni– es que todo se trataba de una “operación de prensa”.

Son idas y vueltas de un escándalo que Menem no logra terminar de encapsular y que, en la sesión del 7 de agosto, terminará explotando cuando UxP someta a votación la conformación de la comisión investigadora. Y, al ritmo que viene la discusión, es probable que la moción sea aprobada con una mayoría abrumadora. Con el aval de los diputados acusados incluido.



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