Sergio Neiffert tuvo que sentarse frente a la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia (CBI) menos de una semana después de que el Senado bochara el decreto con el que Javier Milei le había otorgado 100 mil millones de pesos en fondos reservados. Sin grandes definiciones y más bien apegado al libreto, Neiffert repitió que no había gastado el dinero –que supuestamente era imperioso para reestructurar la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE)– y dijo que iba devolverlo al Tesoro. Se comprometió a hacerles llegar a los diputados y senadores los comprobantes de esas transferencias. La promesa sorprendió a propios y ajenos, sobre todo después de que el staff oficial acusara al Congreso de generar un riesgo para la nación al privar al Ejecutivo de los fondos discrecionales –que aparentemente seguían en la alcancía. El discurso austero contrasta con el presupuesto que envió el gobierno al Congreso en el que le asigna 197 mil millones de pesos al organismo para 2025, lo que implica casi una duplicación de los fondos disponibles para este ejercicio.
La reunión duró unas tres horas, hubo muchas preguntas, pero dicen que no hubo sobresaltos. Todo sucedió a puertas cerradas. Neiffert llegó hasta el anexo del Senado con Alejandro Colombo, el comisario retirado Alejandro Cecati y Ariel Waissbein. Dos asesores de Neiffert también estuvieron con ellos.
Colombo es un agente experimentado que está a cargo del Servicio de Inteligencia Argentino (SIA). Cecati –que había estado a cargo de la custodia de Mauricio Macri– es el titular de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) y Waissbein de la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC). El SIA, la ASN y la AFC son los tres órganos desconcentrados en los que se divide la reciente vuelta a la vida SIDE. El cuarto órgano es la División Asuntos Internos, que sigue sin tener titular pese a que corrieron versiones de que Neiffert quería nombrar un juez para hacerse cargo de esa oficina.
La CBI se puso en funcionamiento en el último mes. El gobierno había demorado todo lo posible su integración. En los nueve meses de gobierno de Javier Milei, ya hubo dos jefes de los servicios, una remodelación de todo el sistema de inteligencia por decreto de necesidad y urgencia (DNU), la asignación récord de fondos reservados y el primer bochazo en la historia de un decreto de este tipo.
Neiffert llegó en junio como interventor de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), pero rápidamente quedó convertido en secretario de inteligencia. Su corta gestión al frente del organismo estuvo expuesta a un tembladeral cuando se supo que la SIDE había mandado a un abogado a meter las narices en las causas que se iniciaron por el espionaje durante el gobierno de Mauricio Macri, principal aliado del Presidente. El líder del PRO puso el grito en el cielo. Desde la Casa Rosada dijeron que, en realidad, estaban haciendo un relevamiento sobre todos los expedientes en los que había agentes involucrados. A Macri no le gustó la explicación. Después de ese traspié inicial, Neiffert apareció en la CBI para decir que no iba a usar la SIDE para hacer inteligencia interna.
Gran parte del interrogatorio que debió enfrentar Neiffert estuvo centrado en los fondos reservados. Él insistió que no había tocado ni un peso. Desde la Coalición Cívica, habían advertido que casi un 80 por ciento de los fondos habían sido devengados. En la web en la que se puede seguir el presupuesto, de hecho, aparece que la AFI había iniciado el año con un presupuesto de 15 mil millones de pesos, pero que éste trepó a 136 mil. Según esa misma fuente, se devengaron 102 mil millones y se pagaron 101 mil millones.
Neiffert, por el contrario, insistió en que todo estaba en las cuentas de la SIDE. ¿Para qué querían ese dinero? Para readecuar el organismo. Sin embargo, la explicación no terminó de cuajar. El secretario dijo que no se había terminado con el diseño de la SIDE; por lo que los integrantes de la CBI se preguntaban cómo habían calculado que necesitarían 100 mil millones de pesos en fondos reservados –que suelen funcionar como la caja negra de la política. Y más aún, punzaron preguntándole para qué habían pedido una reunión secreta en el Senado si no tenían avances para mostrar.
Varias preguntas también giraron en torno a Patricia Bullrich. A Neiffert lo interrogaron sobre la relación de la SIDE con el Ministerio de Seguridad: si había tenido intervención en el caso del explosivo que le dejaron al titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA) o sobre el video falso que distribuyeron desde la cartera después de que trascendiera que un policía federal había gaseado a una nena de diez años en la marcha del miércoles pasado contra el veto a la mejora para los jubilados.
Los diputados y senadores querían saber si no había un solapamiento de funciones entre el área de inteligencia criminal que depende de Bullrich y la recientemente creada ASN. Neiffert lo negó, aunque se comprometió a enviar más información por escrito. En la sala estaba Cristian Ritondo, que no hizo demasiados esfuerzos para defender a la ministra de Seguridad.
El jefe de la SIDE también se ocupó de remarcar que él respondía al Presidente y no al asesor todoterreno Santiago Caputo, que fue quien, en realidad, lo puso al frente del edificio de la calle 25 de mayo. Neiffert es un hombre de confianza de la familia Caputo: ése es su principal acervo, ya que no se le conocían credenciales en materia de inteligencia. Antes de sumarse al gobierno de Milei, se dedicaba al negocio de la cartelería callejera y, en el pasado, había sido productor en medios de comunicación zonales. Hizo su carrera política de mano del intendente de Malvinas Argentinas Jesús Cariglino.
Neiffert envió la semana pasada una nota confirmando que asistiría a la CBI –un órgano que quedó en manos de la oposición, ya que los principales cargos están ocupados por Lousteau, Leopoldo Moreau (vicepresidente) y Oscar Parrilli (secretario). En ese envío también adjuntó un informe que le habían solicitado los integrantes de ese cuerpo legislativo.
Según pudo reconstruir este diario, allí Neiffert dijo que la SIDE no estaba facultada a hacer interceptaciones de comunicaciones –función que está en manos de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (Dajudeco) y que estaba manteniendo reuniones con la Secretaría de Coordinación de la Procuración General después de que Eduardo Casal echara por tierra el objetivo de Milei de tener una fiscalía especializada en inteligencia.
Las versiones también indican que Neiffert habría informado que no hubo demasiados cambios en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), la casona de la calle Libertad en la que se forman los espías. La ENI está en manos actualmente del periodista Juan Bautista “Tata” Yofre, que fue secretario de inteligencia durante el gobierno de Carlos Menem y, como tal, propició el regreso de varios militares que habían actuado durante la dictadura. Yofre es presentado como uno de los gurúes de Milei.
El 24 de marzo pasado, el “Tata” Yofre fue la voz cantante en el video que distribuyó la Casa Rosada para poner en duda el número de desaparecidos y para decir que la lucha por los derechos humanos es un “curro”. Por eso le preguntaron a Neiffert si Yofre había modificado la currícula de la ENI tras su desembarco. La respuesta fue negativa. Ver para creer.
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