El gobierno libertario dio comienzo a su nueva cruzada ordenadora: la privatización de Aerolíneas Argentinas. Con presencia del vice jefe de Gabinete, José Rolandi, y el secretario de Transporte, Franco Mogetta, La Libertad Avanza arrancó el debate en comisión en la Cámara de Diputados para rematar la aerolínea de bandera. De la mano del PRO, el oficialismo apostó a reeditar la grieta kirchnerismo/antikirchnerismo, apuntando contra las gestiones peronistas, cuestionando la estatización y criminalizando a los sindicatos que, por esas horas, movilizaban afuera del Congreso. “Son delincuentes, no trabajadores”, sostuvo, en un momento, Mogetta, abonando a la estrategia polarizadora del oficialismo que pretende alinear a sus aliados contra Unión por la Patria y sumar, así, los votos para cumplir con la fantasía que Mauricio Macri nunca pudo llevar a cabo. Los votos, sin embargo, aún no están: en el interior no quieren saber nada con quedarse sin vuelos y manifiestan una resistencia a prueba de presiones que podría dejar al oficialismo con una nueva derrota.
El plenario de comisiones de Transporte y Presupuesto se extendió durante más de seis horas. Los más entusiastas en el oficialismo pretendían emitir dictamen el mismo día, pero terminaron dándose de frente con la realidad que, de momento, las firmas no estaban. Faltaba negociar para consolidar la mayoría privatizadora. Las firmas del PRO y la Coalición Cívica, que son los bloques que impulsan los dos proyectos de ley que declaran “sujeta a privatización” a Aerolíneas Argentinas, estaban firmes. Pero el pichettismo de Encuentro Federal y una parte del radicalismo estaban incómodos: la mayoría respaldaba la privatización y coincidía con el discurso oficial del “despilfarro” deficitario de la empresa, pero la experiencia del desguace de los 90′ pesaba y nadie quería ser responsable de dejar a su ciudad sin conectividad. “Muchos tienen miedo de no poder volver a viajar en Aerolíneas”, mascullaba, por lo bajo, una espada libertaria que viene negociando con los radicales.
El mismo planteo surgía de las fuerzas provinciales, devotas aliadas del gobierno libertario que no tomaron la palabra pero, por lo bajo, cuestionaban la decisión de LLA. “Si privatizan, nos matan. Nosotros, cuando se estatizó, pasamos de tener 12 vuelos por semana a tener 44”, reconoció un dirigente misionero cuyo voto el gobierno necesita. No tanto por el resultado en la Cámara de Diputados, en donde LLA aspira a alcanzar una mayoría, sino por el panorama en el Senado: allí los gobiernos provinciales son clave, así como los radicales que le voltearon la privatización de Aerolíneas durante el debate en la Ley Bases, y el escenario se presenta particularmente reactivo para sancionar la privatización.
Los gremios como excusa
Si bien no logró hacerse del número para dictaminar, el oficialismo aprovechó el primer round en el plenario de comisiones para gatillar contra los sindicatos aeronáuticos. “Los sindicalistas que dicen defender Aerolíneas Argentinas son los que más la perjudican. Van nueve medidas de paro, por cada medida de fuerza Aerolíneas Argentinas pierde aproximadamente un millón y medio de dólares”, arrancó el secretario de Transporte, Franco Mogetta, quien protagonizaría varios cruces con los legisladores de la oposición – particularmente los peronistas y las del FIT – durante toda la jornada. Fue una reunión tensa en la que, por momentos, Mogetta llegaría a gritarle a Vanina Biasi (FIT): “¡No tienen idea lo que es un trabajador!”
Mogetta, incluso, acusó a los sindicatos de haber hecho renunciar al jefe de operaciones y adelantó que, si no conseguían un reemplazo, “no va a quedar opción que cerrar la compañía”. “Nuestro posicionamiento es firme frente a los abusos de los dirigentes gremiales. Un dirigente gremial que lanza una huelga y se va de vacaciones a España con su familia flaco favor le hace al sector. Un sindicato que defiende trabajadores que abren valijas y se roban la pertenencia de los pasajeros poco favor le hace al sector. Son delincuentes no son trabajadores”, sostuvo el secretario, despertando una oleada de gritos en las filas de Unión por la Patria y la izquierda. “Caradura, mentiroso”, le gritaban las y los diputados.
El vicejefe de Gabinete, José Rolandi, mientras tanto, apuntaría contra el déficit que generaba sostener la aerolínea de bandera. “Desde el momento de su estatización los argentinos le pagamos a Aerolíneas más de 8 mil millones de dólares”, cuestionó el funcionario que, ante las preguntas de los legisladores sobre qué pasaría con las rutas menos rentables, sugirió una curiosa solución: que sean los municipios los que financien las rutas comerciales que daban pérdidas.
“Cuando bajamos la frecuencia en temporada baja para dejar de perder tanta plata, Aerolíneas firmó un acuerdo con la ciudad (de Río Cuarto) para que, en caso de que la ocupación no superase el costo que la hace rentable, fuera el Estado local el que cubriese el costo. Eso es federalismo”, reflexionó, con una lógica no muy diferente a cuando Diana Mondino sugirió, antes de ser designada como canciller, que “la gente se junte” para financiar la construcción de una cloaca.
Quien no se animó a dar el presente fue el presidente de la compañía estatal, Fabián Lombardo, a quien varios dirigentes de la oposición le dedicarían, luego, varias críticas. “Es uno de los tantos Sciolis de la vida, traidores. Lombardo fue funcionario de 2001 a 2015 y Macri lo echó. Era parte fundamental de la aerolínea que tanto critican, no entiendo por qué no lo echan”, arremetió, en un momento, la camporista Florencia Carignano.
La defensa de Aerolíneas
Frente a las embestidas del oficialismo y sus aliados, el peronismo, la izquierda e, incluso, Encuentro Federal (EF) salieron a cuestionar la voracidad privatizadora del gobierno. “Aerolíneas vuela a 22 destinos donde nadie más vuela y a 39 destinos sin pasar por Buenos Aires, esto no es importante para los que están abrazados al Obelisco, pero si para los que vivimos en la Argentina federal”, cuestionó el ex ministro de Transporte, Diego Giuliano, que recordó: “Aerolíneas ya se privatizó, y se vendieron 22 aviones en tres semanas, se liquidaron los activos de la compañía y terminó con el actor que lo llevó adelante preso en España”.
Unos minutos antes, uno de los autores de los proyectos de privatización, el lilito Juan Manuel López, había declarado: “Ya en el mundo no quedan aerolíneas de bandera, salvo en los países árabes, en Rusia, en China y en algún lugar de Europa. Pero después, los países de la región ya no tienen aerolínea de bandera. Esos son puros mitos”. Le respondió el socialista Esteban Paulón, con quien había integrado, hace solo unos meses, el mismo bloque (Hacemos Coalición Federal): “Actualmente, Air India, Egypt Air, El al, Turkish Airlines son estatales. Más de 100 de 300 aerolíneas tienen participación estatal. No estamos inventando la rueda”.
Nicolás Massot se encargó de asentar la postura de EF en la negociación, adelantando que estaba de acuerdo con “la discusión” pero que había que resolver, antes, algunos detalles: “Tienen que explicar qué formato de privatización, qué metodología, qué controles y qué beneficios al comprador le van a dar”, demandó, y cruzó al oficialismo por no haber convocado, aún, la Bicameral de Privatizaciones. “Son los únicos que no presentaron los nombres”, lo chicaneó José Luis Espert, presidente de la comisión de Presupuesto. “No hubo pedido formal porque, como todo en este gobierno, es blue, informal y con asado en Olivos”, le retrucó Massot.
Una de las pocas voces libertarias fue la de Lilia Lemoine. “No podemos sostener una empresa que da pérdidas. Eso es gasto estatal, es deudas”, argumentó y, en lo que pareció una provocación, agregó: “¿No preferirían tener el dinero para redistribuir entre los jubilados?”. La mesa donde estaban sentados las y los diputados de UxP estallaron en risas, incrédulos. “¡Ahora se acuerdan!”, le respondieron.
Algunas diputadas del opo oficialismo, como Silvana Giudici (PRO), aprovecharon para polarizar con el peronismo. “Vi manifestantes con un escudito en el pecho, el escudito del partido que privatizó la empresa en los 90′. Una privatización ruinosa que después terminó en una estatización ruinosa”, provocó. No sería la única, sino que la estrategia se repetiría a lo largo de la jornada. “Este es un debate ordenador, salga o no salga la ley. Nosotros, el PRO, la CC, de un lado. Del otro el peronismo. Y los que quedan en el medio estarán confundidos, incómodos. A ver qué hacen”, provocó una espada libertaria.
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