08/09/2024

La fundación de Albino es conocida por exigir un “peaje” a cambio de alimentos | El método Conin: lucha contra la desnutrición infantil con adoctrinamiento materno



En medio del escándalo de gestión y corrupción por la retención de casi seis mil toneladas de alimentos y contrataciones fraudulentas en el Ministerio de Capital Humano, Sandra Pettovello eligió como intermediario para distribuir la mercadería próxima a vencer, al pediatra oscurantista del Opus Dei, Abel Albino: firmó un convenio con La Fundación Cooperadora de la Nutrición Infantil (Conin) para que su organización sea la encargada de repartir una parte de esos alimentos a través de sus centros.

El Ejército está a cargo de llevar la comida acopiada desde los depósitos del ex Ministerio de Desarrollo Social en Villa Martelli y Tafí Viejo (Tucumán) a los 64 centros de distribución que hay en el país. Conin comenzaría repartiendo, en principio, los 460 mil kilos de leche en polvo.

Las organizaciones sociales no reciben alimentos desde diciembre de 2023. Pero desde febrero de este año la cartera de Pettovello eligió mantener la intermediación por otras vías: firmó convenios para asistencia alimenticia con las iglesias evangélicas nucleadas en Aciera y con la Fundación Coninen los que ambas partes se comprometían a trabajar en la lucha contra la desnutrición infantil, en tareas que se realizarían “junto con los más de 100 centros Conin de toda la Argentina, además de las 1500 instituciones que dan ayuda alimentaria a familias”. El número de destinatarios rondaba entonces los 36 mil, muy inferior en comparación con los 10 millones de personas que se estima que asisten a comedores comunitarios.

Moral sexual y desnutrición según Abel Albino

Abel Albino tuvo un pico de popularidad durante las audiencias previas a la votación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el debate de 2018 que terminó en el rechazo de la Cámara Alta. Albino se ganó su momento viral gracias a sus consejos para desalentar el uso del preservativo. Llegó a decir por ejemplo: “el virus del sida atraviesa la porcelana entonces el profiláctico no sirve” y que por eso, no era efectivo tampoco para evitar otras enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. 

No es la primera vez que esta organización ultramontana ofrece sus servicios al Estado. Tiene una relación estrecha con el macrismo e incluso a fines de 2015 se rumoreaba que el recién elegido Mauricio Macri, consideraba a Albino como candidato a ministro de Salud de la Nación.

En abril de 2016, el Ministerio de Desarrollo Social, en ese momento a cargo de Carolina Stanley, firmó un acuerdo con Conin para “promover la nutrición y el cuidado de la salud en la primera infancia”. En ese texto se establecía que se destinarían más de 120 millones de pesos a la construcción de “nuevos espacios de atención y prevención de la desnutrición infantil” y también para el mantenimiento de otros centros que ya funcionan bajo la órbita de esa organización. Ahí mismo se declaraba la intención de convertir la “metodología Conin” en “política de Estado”.

La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y la Sociedad Argentina de Primera Infancia (SAPI) habían repudiado ya entonces aquella colaboración, por considerar los métodos de Albino “carentes de evidencia científica y alejados de una concepción integral de la salud”, y por basarse en una ideología “arcaica y sesgada”.

Se trata de una fundación que en pleno siglo XXI incluye entre sus actividades los talleres donde se enseña a las mujeres a “controlar su fertilidad a través del Método de Ovulación Billings”, basado en el recuento de días fértiles del ciclo menstrual y que basa sus tareas de formación en un ideario que considera que “la familia está compuesta por la madre, el padre y los hijos”, porque “la relación sexual es pene y vagina. Eso es lo normal. Si hay otra conducta sexual, no es normal”.

En su libro Gobernar es poblar. Criterios antropológicos y éticos para una correcta educación sexual, Albino deja establecidas muchas de las definiciones del ideario de Conin. Se centra en un determinado estereotipo de feminidad en el que “ser mujer” está directamente ligado a la función reproductiva. La maternidad es entendida como feminidad completa. Habla del vínculo madre-hijo como un lazo natural que es “responsabilidad biológica” de la mujer, en tanto “pastora de vida” y “proveedora de alimentos” a través del embarazo, parto y lactancia. Resalta de las mujeres su “vocación afectiva”, que contrasta con la asignada al varón en tanto “jefe de familia”, el encargado de “llevar el pan a la casa”.

Predica también a favor de la castidad, definida como el más efectivo “método natural de control de fertilidad”. Y se opone al concubinato, al sexo prematrimonial y a la masturbación. Hasta aquí, nada original bajo el sol del Opus Dei. Pero lo que sí es ocurrente es el vínculo que Albino establece entre sus ideas sobre la moral sexual y la desnutrición infantil. El pediatra asegura en su libro que la promoción de conductas sexuales “saludables” puede ayudar a controlar “perversiones violentas y afrodisíacas” que caracterizarían el “marco sociocultural de la desnutrición”.

En resumen, habría una conexión entre lo que llama “falta de moderación sexual” y la desnutrición infantil: “un ejército de niños indeseados” fruto de la “promiscuidad, sin amor ni compromiso”, que serían “víctimas de graves descuidos paternos y maternos en la alimentación y estimulación afectiva”.

¿Qué exigirá Conin a cambio de los alimentos?

En agosto de 2018, un artículo de este diario recuperó el trabajo de la socióloga Camila Stimbaum, que en su tesis de grado analizó cómo funciona uno de los centros Conin en el barrio Los Hornos, ciudad de La Plata, cuyos destinatarios son niños entre 0 y 5 años, sus madres y mujeres embarazadas. Para su investigación, que se puede encontrar online, Stimbaum se sirvió de testimonios y de su experiencia directa como voluntaria de esta organización no gubernamental, a la que en su trabajo nombra de otro modo para preservar el anonimato.

Allí detalló que, para ingresar al centro, las mujeres y los niños deben ser admitidos tras una evaluación médica y social. El “Programa de asistencia”, que es en concreto la entrega de un bolsón de alimentos, va de la mano y a condición de participar del “Programa educativo de promoción humana”. Las mujeres y los niños asisten a talleres por separado. Mientras los niños participan de actividades lúdicas en una suerte de guardería, sus madres reciben formación en “alfabetización, oficios y salud”.

Con estos antecedentes, cabe la pregunta de si el procedimiento elegido para la distribución de los alimentos retenidos que ahora la cartera de Pettovello se ve obligada a entregar, incluirá -como suele hacer Conin- la exigencia de determinadas contraprestaciones por parte de los “beneficiarios” (sobre todo de sus madres). Según su propio manual, la Fundación de Albino exige determinados requisitos para dar acceso al programa alimentario. Las mujeres de los niños que ingresan al programa, después de una evaluación, deben tomar cursos en los que se desalienta el uso de métodos anticonceptivos y se predica en relación a la defensa de la vida desde la concepción, y a ideas anquilosas sobre los roles de género y mandatos maternos.

La línea de los talleres, tal como relató Stimbaum en su investigación, apunta a promover entre las mujeres un modelo tradicional de género con una división de roles en la que los varones son fundamentalmente proveedores, mientras que ellas son las principales encargadas de las tareas de reproducción y cuidado.

La familia, por otro lado, es considerada como el núcleo social básico, como un espacio de contención y protección de los niños que debe ser armónico y estar compuesto por el hombre, la mujer y los hijos. Siguiendo esta lógica, si lo que se busca es la preservación física y emocional de los niños, la respuesta se encuentra en el disciplinamiento de sus madres buscando a través de ellas evitar, a su vez, el riesgo de desintegración de la familia”, escribe Stimbaum.

Las conductas “desviadas” de las mujeres con respecto a los saberes de la organización, explica la socióloga, son tildadas de “irracionales” y desestimadas. “Incluso, muchas veces estas conductas aparecen como ‘inmorales’ y propias de las mujeres provenientes de sectores populares; ‘por ejemplo la vagancia, la soberbia, la inmadurez, la ignorancia, la testarudez, entre otras’”.



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